Por Flavia Morales, corresponsal
Xalapa, 2 ago 12 (CIMAC).- María, hondureña de 22 años, confiesa tener miedo. Una sombra la acompaña todo el tiempo: teme ser violada, secuestrada o abusada por la autoridad.
A pesar de ello, no pierde la esperanza. Va en busca de una mejor vida para sus dos hijos que la esperan en su tierra natal.
Por eso, a pesar de conocer los peligros a los que está expuesta, no desiste de realizar su sueño: trabajar en Estados Unidos para poder comprar una casa para su hija de cinco años y su hijo de dos.
“No quiero que mis hijos anden rodando como yo, quiero darles una mejor vida, por eso me voy, aunque me arriesgue, Diosito me va a cuidar a donde vaya para que no me pase nada”, confía con la mirada fija en el piso.
Las palabras de María, quien se hospeda en el albergue Guadalupano de Tierra Blanca, son similares a las de cientos de mujeres centroamericanas que atraviesan la zona sur de Veracruz en su búsqueda por atravesar la frontera mexicana en camino hacia EU.
EL ESLABÓN MÁS DÉBIL
En su travesía por tren en lo que llaman “el triángulo de la muerte” (Coatzacoalcos-Acayucán-Tierra Blanca), las migrantes están expuestas a todo tipo de maltrato, son presa y objeto de cambio entre las bandas del crimen organizado.
Las mujeres son quizá el eslabón más débil de la cadena migratoria porque son utilizadas como pago de favores, son presa del tráfico de personas, o son violadas por los propios policías locales.
Con casi 10 años en la pastoral migrante, el diácono Miguel Ángel Ochoa, encargado del albergue de Tierra Blanca, advierte que la situación es crítica.
Explica que anualmente por el lugar atraviesan más de 10 mil migrantes, la mayoría de ellas y ellos marcados por la tragedia de sus países de origen: Guatemala, Honduras y El Salvador, donde no hay empleos.
Desde su entrada a México, por Tenosique, Tabasco, las mujeres migrantes son víctimas de los primeros maltratos por parte de las policías locales.
“Desde que entran al sur del país vienen padeciendo abusos, primero por parte de los policías y hasta de los agentes migratorios, luego son robadas, abusadas o incluso secuestradas por bandas del crimen organizado”, relata el diácono.
Lo más grave es que las migrantes tienen tanto temor que no se atreven a denunciar estos abusos. “Llegan enfermas, hambrientas, sin dinero, y sabiendo su situación migratoria entonces no denuncian porque tienen miedo, y además porque no confían en las autoridades”, señala Ochoa.
Advierte que en el caso de las mujeres migrantes, algunas ya hasta portan condones como parte de su equipaje porque saben de antemano que serán violadas.
“Aquí han venido las mujeres llorando, contando las historia de abuso que sufren por parte de la propia policía municipal, se calcula que 8 de cada 10 sufren alguna violación; aquí se ponen a llorar, pero no se atreven a denunciar”, abunda.
SITUACIÓN “FUERA DE CONTROL”
El albergue de Tierra Blanca, paso obligado para migrantes en su cruce a EU, recibe entre 100 y hasta 300 migrantes a diario, y se calcula que 80 por ciento es víctima de abusos y situaciones graves como secuestro.
Miguel Ángel Ochoa narra que son comunes las historias de secuestro, donde los migrantes son golpeados, las mujeres violentadas o usadas como objeto de cambio para extorsionarlos por 5 o 10 mil pesos.
“Esto está fuera de control; la migración ha crecido en los últimos años de forma alarmante, pero también los abusos y la indefensión; la solución podría ser la militarización de la zona porque las autoridades no hacen nada”, considera el diácono.
Según datos de la Dirección de Migrantes del gobierno estatal, entre 2011 y 2012 aumentó en 10 por ciento el flujo migratorio de mujeres centroamericanas por Veracruz.
El “Informe especial sobre secuestro a migrantes 2011”, realizado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), revela que en 2009 la cifra de secuestros ascendió a 9 mil 758 migrantes.
En seis meses, de abril a septiembre de 2010, la CNDH documentó 214 secuestros, de los cuales resultaron 11 mil 333 víctimas. “Esta cifra refleja que no han sido suficientes los esfuerzos gubernamentales por disminuir los índices del secuestro en perjuicio de la población migrante”, se apunta en el documento.
El 15.7 por ciento de las experiencias sobre secuestro contadas en el informe corresponden a mujeres.
ESTADO DE RIESGO
En Veracruz, las zonas catalogadas como “focos rojos” para el secuestro de migrantes son: Las Choapas, Agua Dulce, Medias Aguas, Jesús Carranza, Amalgres, Sayula de Alemán, Acayucan, Mundo Nuevo, Coatzacoalcos, Cosamaloapan, Tierra Blanca, Córdoba, Loma Bonita, Orizaba y Río Blanco.
Por esas localidades pasa el tren que utilizan las y los migrantes en su tránsito por México. Según el informe de la CNDH, Veracruz y Chiapas son los estados con el de mayor riesgo para las mujeres migrantes, ya que ahí hay más denuncias de violaciones y explotación sexual.
“Bandas de criminales secuestran, violan y luego obligan a mujeres centroamericanas migrantes a prostituirse en alguno de los varios centros nocturnos con los que cuentan, en ciudades como Tapachula, Palenque y Tuxtla Gutiérrez, y Veracruz”, según testimonios de titulares de albergues.