Por Armando García
Después de ya poco más de seis meses, el presidente de los Estados Unidos Donald J. Trump por fin deja ver su verdadera cara al negarse comentar el mero día de los acontecimientos en Charlottesville, Virginia, sobre los ataques y manifestaciones racistas de supremacistas.
Aunque es obvio que el Presidente Trump tiene una preferencia por los de su propia etnia, el presidente desde su campaña y ya en su presidencia, ha demostrado que su política interna va a favor de todo aquel que sea blanco, anglosajón o caucásico. Haciendo a un lado los inmigrantes y las minorías raciales en Estados Unidos. Como ejemplo, ahí tenemos la noticia de que el presidente piensa perdonar al alguacil del Condado de Maricopa, en Arizona, el afamado o difamado Joe Arpaio, quien durante su gestión demostró actitudes racistas contra los inmigrantes. Arpaio recientemente fue declarado culpable en una corte federal por sus acciones racistas cuando fue sheriff.
El presidente por el incidente de Virginia, fue criticado fuertemente por diferentes sectores de la sociedad, que hasta después de dos días, por fin declaró su postura, la cual aunque puede considerarse positiva al condenar los sucesos en Virginia, se vio muy forzado y hasta muy ensayado al declarar sobre el incidente.
La comunidad latina, inmigrante en Estados Unidos, debe unirse a todo movimiento contra el presidente, por ser un mandatario que vive atrasado en el tiempo. Los tiempos aquellos en que se hablaba de una limpieza racial, ya quedaron atrás. Pero con Trump, han surgido nuevamente voces supremacistas que están tomando fuerza por tener a un mandatario en el poder que habla, actúa, declara, con palabras ofensivas para todo aquel inmigrante y ciudadano americano que con el sudor de su frente y su trabajo ha levantado la riqueza de esta nación.