Por SOPHIA TAREEN y AMY TAXIN, Associated Press
CHICAGO.— Horrorizados por la victoria electoral de Donald Trump y su retórica contra los extranjeros, inmigrantes y activistas han anunciado que realizarán protestas, marchas y mítines en todo Estados Unidos el Primero de Mayo.
Se prevé que decenas de miles de personas acudirán a los eventos en Nueva York, Chicago y Los Ángeles, incluyendo protestas por la mañana en los vecindarios residenciales y eventos en la noche en el centro de la ciudad. Habrá una vigilia nocturna en Phoenix, una manifestación de agricultores en las afueras de Miami y una marcha frente a la Casa Blanca. En Seattle no solamente habrá marchas a favor de los inmigrantes sino también contra el capitalismo, organizadas por activistas que han amenazado con obstruir una de las principales vías de la ciudad.
“Estamos viendo un entusiasmo y un nivel de actividad sin precedente”, dijo Steven Choi, director ejecutivo de la New York Immigration Coalition. “Se debe al hecho de que el gobierno de Trump ha usado el tema de la inmigración como su punta de lanza”.
Pero este año se anticipa una concurrencia sin precedente, debido en parte a que los grupos pro-inmigrantes han estado sumando esfuerzos con el movimiento feminista Women’s March, con el movimiento de los negros Black Lives Matter y con grupos de protección de musulmanes, todos unidos en su antagonismo hacia Trump. Además, muchos negocios que contratan a inmigrantes han anunciado que cerrarán y que dejarán que sus empleados tomen el día libre.
Diversos grupos han reconocido que muchos inmigrantes que están sin permiso en el país son renuentes a marchar porque no quieren llamar la atención, por temor a ser deportados. Pero los dirigentes están recordándoles que es una causa importante y que mientras más personas acudan, más seguros estarán.
“Si eres un inmigrante en Los Ángeles, el lugar más seguro para estar el lunes será en el centro de la ciudad, marchando con todos los demás”, dijo David Huerta, presidente de la SEIU United Service Workers West.
Poco antes de que se cumplan los primeros cien días de la presidencia de Trump, se ha hecho evidente que el gobierno desea darle prioridad a la aplicación de las leyes de inmigración, incluyendo la firma de decretos pidiendo la construcción de un muro en la frontera con México y prohibiendo la entrada de personas de seis países de mayoría musulmana. Miles de inmigrantes han sido arrestados por estar ilegalmente en el país y el gobierno federal ha amenazado con privar de fondos a las ciudades santuario, las que limitan la cooperación que sus agencias policiales pueden otorgar a las autoridades migratorias federales.