Como dar un tour por los tentáculos metálicos de la otrora URSS (Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas), así me resultó la más reciente investigación histórica de Juan Alberto Cedillo, y que lleva por título Eitingon, las operaciones secretas de Stalin en México, (Editorial Debate).
Y en la medida que nos vamos adentrando en las páginas de Leonidas Aleksandrovich Eitingon, un ferviente sirviente a las órdenes de la tiranía, somos rebotados a La Condición Humana de André Malraux: el hombre siempre tiene que intoxicarse con algo…
Qué tan exitoso y terrible sería el aparato-propaganda del estado stalinista, que hasta el mismo David Alfaro Siqueiros se observó involucrado en un fallido intento por asesinar a Totzky, en aquel entonces , un personaje antogonista a la tiranía de Stalin. Cuenta Juan Alberto Cedillo que el muralista integró un pelotón de caraduras para asaltar la residencia del pensador ruso, en aquel entonces, ubicada en Coyoacán, de la ciudad de México. Y sus compinches se relajaban con el bigotazo postizo que se cargaba el muralista Siqueiros.
La jocosa escena me conduce a un filme israelí, que lleva por título Caminar sobre las aguas, del director Eytan Fox. La cinta registra el destino de un agente del Mossad que termina hartándose de tener que matar a cuanta persona le ordenan matar. Y cada vez que cumple su objetivo, ya lo esperan sus jefes y colegas, en un lugar secreto, donde entre felicitaciones y risas estrellan sus copas. Celebrando algo así como la felicidad que produce cometer el crimen perfecto.
Pero los aparatos del Poder no siempre condecoran la obcecada disciplina del siervo. Una disciplina que suele rayar en la monstruosidad. Sobre todo cuando se trata de esa tiranía donde los unos se vigilan y se comen a los otros. Antes de continuar con el triste destino de Leonidas Eitingon, permítaseme traer a colación aquel filme alemán, denominado, La Vida de los Otros, donde un agente de la omnímoda Stasi, termina por salvar el pellejo y la trayectoria de un exitoso dramaturgo. En aquel entonces Alemania Oriental también padecía un asfixiante “ stalinismo”, a tal grado que no pocos artistas optaron por el suicidio.
¿Y cómo eran las relaciones de los súbditos “adictos” al régimen?
Así describo el escenario de las vidas que traza la cinta: Donde la palabra camarada es la farisea moneda corriente que delata la monstruosidad de la especie humana. La vida de los otros: toda estructura de poder que atenta contra la libertad del hombre, desemboca en caricatural abismo.
Así terminó la historia del camarada Eitingon, después de concretar la misión de asesinar a Trotzky, de armar un gran equipo de espionaje para tener acceso a todos los conocimientos que le dieran a la URSS el poder de contar con la bomba atómica y después de alcanzar el grado de General, el monstruo Stalin le inventó un complot para defenestrarlo y ser recluido, donde además fue sometido a torturas, por el mismo aparato al que sirvió.
El super agente soviético que usaba su charming para conquistar mujeres y usarlas en las misiones que le dictaba el monstruo Stalin, de pronto un día se observó mendigando a los aparatos de poder. Quería que le regresaran sus medallones y sus condecoraciones. Pero el tiempo había soplado…y ahora su estrella fugaz lo reducía a vivir como un moscovita pensionado más. Muy alejado del brillo que el Politburó confiere a sus elegidos, y que en un tiempo el mismo disfrutó, en brazos de sus amantes…