LA DISCRETA MISION DE UN SACERDOTE QUE BRINDA COBIJO A LOS MIGRANTES

POR ROBERTO GUILLEN

Ahora les presentamos a la voz comprometida del Padre Jesús Garza Guerra, quien durante 14 años ha desarrollado en Monterrey una interesante labor en atención a los migrantes. Antes de presentar la entrevista que sostuvimos en el albergue La Casa del Forastero, es preciso mencionar que gracias a una invitación de su parte, acudí a una reunión de la dimensión pastoral de movilidad humana, celebrada en el Cerro del Cubilete, estado de Guanajuato. Y cuál fue mi sorpresa que me encontré con gente proveniente de diferentes partes del país, todos con un compromiso en común: la atención a migrantes. Pude observar su interés genuino por llevar a cabo una labor donde los derechos humanos de los migrantes sean respetados. Cada quien expresaba sus dificultades o satisfacciones. Durante una cena que celebramos, les dije : ustedes son como las perlas ocultas de la Iglesia Católica.

¿Cuándo empezó con el servicio en la atención a migrantes?
Debe ser en 1999. Fue un 15 de septiembre cuando abrimos la casa, pero antes estábamos por Calzada Victoria y Villagrán, (Centro de Monterrey).

¿Cómo se inclinó por ocuparse de estas personas?
Es muy curioso, porque llegué a trabajar con migrantes, podríamos decir, de pura chiripa y necesidad, necesidad de atención estas personas. Porque yo estuve trabajando muchos años, con las vacaciones de los niños, en los campamentos de verano, y por ahí, el Padre Carlos Álvarez, un sacerdote muy conocido, aquí, él era el representante de la pastoral de turismo en Monterrey. Y hubo un congreso nacional de turismo, aquí en Monterrey, en Chipinque, y me invitó. Pues si tu trabajas con las vacaciones de los niños pobres, pues ayúdame. Dice uno, pues qué tiene que haber ahora, migrantes con turismo. En cierto sentido, pues tiene una relación, porque finalmente, la pastoral se llama pastoral de la movilidad humana. Es el servicio que da la iglesia a todas las personas que están en movimiento. En este caso, pues principalmente los migrantes, inclusive la comisión así se llamaba, migración y turismo. Eran dos temas en una sola comisión. Atender a los turistas o a los empleados turísticos y también a los migrantes. Pero también la movilidad humana es más amplia. Todas las personas que están en el mar, los marineros, los pescadores y luego también los circos. A nivel internacional están ahora en las carreteras. Los operadores de tráileres y también los húngaros; entonces es muy amplia lo que es la comisión, eso de arriba hacia abajo, vamos a decir; y yo estaba acá muy abajito, muy sencillo, con los campamentos de verano, que los hacíamos en la parroquia donde yo estuve 20 años, de llevar a los niños del barrio, ocho días a vacaciones. Llegamos a llevar casi en un mes, cerca de 300 niños. Cada ocho días llevábamos cerca de 40, 50 niños, una semana, otra semana y así. Toda una estructura de aprendizaje por contagio. No se les daba clases de evangelización y catequesis, era simplemente desarrollo humano de los mismos niños para promover su propio desarrollo y sepan ser responsables a su nivel. Y por ahí empecé, el Padre Carlos Álvarez me invita a esa reunión de pastoral de turismo y pues empecé a conocer otros sacerdotes de otras diócesis. Y luego resulta, que el presidente de la comisión, el señor Emilio Berlí, de Tijuana, dice bueno, vas a ser tú, secretario adjunto para la pastoral de turismo a nivel nacional, y así entré a la conferencia episcopal. Termina el señor Berlí y entra un muy querido amigo, que sustituyó al señor Berlí. El señor Ulises Macías, que estaba en Mexicali y que actualmente es Arzobispo de Hermosillo. Me dice, oyes, me ayudas en la comisión, porque yo no tengo secretario ejecutivo. Le dije, oiga señor, yo conozco algo de turismo, pero de migrantes no conozco nada. Dice, pues comoquiera tú ayúdame. Entonces, ya tuve que tomar un curso de capacitación de la pastoral de migrantes en Tegucigalpa, Honduras. Allí conocí a los misioneros y a las misioneras de San Carlos. Este taller fue nacional o latinoamericano, auspiciado por el CELA. Y así empecé. Como ya había tomado el curso de capacitación para migrantes, pues andaba promoviendo el apostolado del mar y turismo y migrantes, en toda la República. Había un sacerdote ya dedicado a migración, que era el secretario del señor Emilio Berlí. Y ya como pasé a secretario ejecutivo de toda la comisión, le pasé el puesto de turismo a otro padre de Guadalajara, que ya falleció, el Padre Miguel. Entonces, pues por ahí empezó la cosa. Pero era candil de la calle y oscuridad de mi casa. En la conferencia episcopal estuve prácticamente un año con el señor Emilio Berlí, que después lo cambiaron a Arzobispo de Mérida. Con el señor Ulises estuve en dos periodos. Fueron seis años como secretario ejecutivo. Y después siguió el señor de Tabasco, Florencio Olvera y estuve tres años con él. Entonces al terminar dije, ¿Y Monterrey qué? Aquí nada más tenemos las reuniones con los turistas, pero no había nada en atención a migrantes. Si había el comedor del Padre Infante, el Padre Severiano, pero específicamente para migrantes no había. Como yo ya conocía y ya estaban los misioneros de San Carlos en Tijuana. Después, al mismo tiempo empezó también el Padre Pantoja en Saltillo. También ya estaba San Luis Potosí. Y luego, pues ya nos dimos cuenta de todas esas necesidades y se empezaron a abrir las casas por todas partes, dependiendo de la Diócesis. Ahora ya gracias a Dios, la comisión está muy establecida. La zona sur, centro y norte.

La condición de los migrantes se ha convertido en un negocio para las bandas del crimen organiza, ¿Ha recibido usted alguna amenaza por parte de estos grupos?
No fíjate que no, a la mejor porque no hago muchos aspavientos. Simplemente como cualquier párroco, que una madre de familia viene y me dice, oiga no tiene un taquito que me dé, si cómo no; y pues así empezó el trabajo pastoral. Tan es así el famoso caso de una señora, por ahí está en los anales de la historia, que simplemente por darles unos tacos, en un tejaban, una señora muy pobre, enfrente del ferrocarril. Dice, pásenle a mi casa, yo les doy un taco. Y llega la migración y llega la policía, y la metieron dos años, supuestamente por ser pollera. Fue precisamente la asociación de Justicia, de Agustín Prodh, pues lo pelearon. Como dice el Padre Flor María, pues si alguien necesita subir al Popocatepetl y necesita un guía y hay quien ha subido, que sube gente, dice pues yo te llevo, por cuánto me llevas. Es un trabajo, vamos a decir, lícito, pudiéramos decir, como guías. Pues lo mismo se empezó a hacer con la gente que conoce los caminos para Estados Unidos, esos son los polleros, o las personas que en cierto sentido empezaron con una forma honrada, bien interesada, pero ya la ambición de tener más gente. Aprovecharse, como a estos migrantes que acaban de ser defraudadas, que llegaron aquí a Monterrey. 300 gentes y les cobraron siete mil pesos a cada uno, ¿te imaginas? Y ya desapareció la institución. Entra la corrupción y entra la ambición y esa es la causa. La droga. Ahora el crimen organizado, con tal de sacar más dinero.

¿Alguna vez ha recibido algún reconocimiento por esta labor que usted desempeña?
Pues sí, se supone que tengo…en el consejo ciudadano, soy miembro vitalicio del Consejo Ciudadano de Atención al Migrante del Gobierno del Estado, pero eso fue a raíz de la necesidad del gobierno, en atender a toda la gente que viene a sacar su visa H2A o H2B. Claro que ahí también se benefician los hoteleros y luego ya se abrieron distintas casas alrededor del consulado para dar hospedaje a estas personas. Entonces, en ese sentido, el gobierno necesitaba poner algo, no tanto del hospedaje, sino de la ayuda, precisamente para los trabajadores mexicanos a Estados Unidos. Que no sean los contratistas los que hagan los trámites, sino que sea el gobierno, con el gobierno de Estados Unidos, para ir a trabajar legalmente. Pero todavía falta mucho, porque también ahí hay mucha corrupción y muchos problemas con esto.

¿Tiene idea a cuantos migrantes ha atendido a lo largo de estos 14 años?
Pues no sé, no tanto como los de Pantoja, ni mucho menos como los de San Luis, yo me asustaba cuando decía, gracias a Dios tenemos 80, pero solemos tener 30 o 40 diarios, pero Pantoja 200, 300 diarios. San Luis Potosí atendía hasta 400.

¿Cuáles son los méritos o las virtudes del Padre Pedro Pantoja?
Pues es muy sincero, busca la justicia, busca precisamente la denuncia, y esos son valores muy fuertes. Y como sacerdote, pues por supuesto, de qué sirve que Diosito te bendiga y que te ayude, si no le doy ni de qué comer.

Es lo que dice él, no, atiéndelo, recíbelo, dale un pedazo de pan, una ropita…
Mire, lo que dice mi camiseta Fui forastero y me recibiste: mateo 25:35. Como ve padre, traigo la camiseta puesta.
Así es, así es…

Platíqueme cómo empezó su apostolado por los migrantes, porque el Padre Pedro Pantoja, me platicó que se las vio duras, que en un principio tenía que racionar la comida con los migrantes…
No, no, no… gracias a Dios no.

: ¿Quién lo ha apoyado a usted para sacar adelante este albergue?
Pues mira, por ejemplo con los campamentos de los niños, como era gente pobre, pues juntábamos despensa y vámonos. Y cuando nos íbamos a ir, ellos decían, Padre, vamos a estar ocho días o tres meses, porque era un chorro de despensa. Entonces ya nos llevábamos las cocineras y etcétera, etcétera. Y no podíamos cobrar, nada más conseguíamos el camión, si se podía gratis, en algunas ocasiones conseguimos con amigos. Pero por ejemplo, en este caso, cuando yo llegué aquí a Monterrey, pues había gente, gracias a dios, de dinero que me conoce. Vamos a hacer algo, yo le platicaba al Cardenal Adolfo Suarez Rivera, le decía, señor, vamos a abrir de parte de la Iglesia, una casa del migrante. Y él me decía, en lugar de tener una casa grande como los misioneros de San Carlos, porque no una casita aquí y otra casita acá, donde se sientan más en familia, pues me pareció muy buena la idea, pero pues sabiendo que en Monterrey hay la capacidad de hacer algo bien y en grande. Si el Padre Carlos Álvarez pudo poner en un terreno todo lo que es la Ciudad de los Niños, porque sí es una ciudad. ¿Por qué no hacer algo grande, en serio para una casa en forma para los migrantes? como la tienen por ejemplo en Ciudad Juárez, con los misioneros de San Carlos, en un terreno grande, amplio y las mismas casas también, de los misioneros de San Carlos. Entonces, dije, vamos a ver si podemos con la gente acomodada de Monterrey, si podemos hacer un patronato, para construir una casa grande.

¿Cuál es el futuro de este proyecto Padre? ¿Cómo continuar con un proyecto tan valioso como lo es la atención a migrantes?
Para que pudiera seguir, se necesitaba precisamente una institución. Desgraciadamente así pasó: ¿Dónde está el comedor del Padre Infante?
Pues ya no lo tiene la iglesia, ahora es un patronato, bien que mal, pero el foco era el Padre Infante, que toda la gente lo conocía, toda la gente lo ayudaba. Y ahora como institución separada de la Iglesia, pues están batallando. Y está bien, porque no es el trabajo de un sacerdote, es un trabajo de la Iglesia. Como en mi caso, esto no es trabajo mío, esto es trabajo de la Iglesia. Entonces, sí tiene que estar detrás una institución, ya sea gobierno, ya sea una ONG, para que pueda haber continuidad. Entonces yo dije pues vamos a hacer un patronato. Y junto con los obispos, nos juntamos con los Garza Laguera, Garza Zambrano, los Madero, los Lobo, los señores, para empezar por ahí. Inclusive hablamos con el tecnológico para que nos hicieran los planos y maquetas; todas las necesidades de una casa bien hecha. ¿Pero qué pasó? Una señora muy rica me dice, Padre, si va hacer eso, un patronato, yo no le ayudo. Porque yo he participado en muchos patronatos y desgraciadamente son personas que nada más quieren aparecer en la prensa, quieren levantarse que dieron un millón de pesos o de dólares a equis cosa y luego lo van a dejar solo. Las cosas de Dios empiezan muy sencillas. Usted rente una casita, yo le ayudo. Si necesita despensa, yo le ayudo. Entonces dije, ¿para qué quiero un patronato? Y es cierto, vamos a empezar. Y empezamos, compramos esta casa, haciendo rifas con los amigos, etcétera. En las parroquias donde he estado todo mundo me ha ayudado. Entonces, ¿qué hago con la casa? 600 mil pesos costó la casa, ¿la pongo a nombre de una asociación? Tenemos una asociación, ¿lo pongo a mi nombre? Entonces hablo con el cardenal y le digo, señor, está esta casa, yo quisiera que esté a nombre de la Iglesia. Y me dice, si tú la estas donando a la Iglesia, hay que respetar la intención del donante, si la consiguieron para los migrantes, entonces esa casa se va utilizar única y exclusivamente para los migrantes. No va a poder venir otro obispo que diga que se salga el Padre Garza, porque vamos a meter unas monjitas para que atiendan niños. Entonces, ya es una cosa más firme. Quizás, ya si nosotros vemos que no es oportuno, ya no cabemos. Podemos comprar otro lugar, otro espacio más seguro, en otro lugar, no tan peligroso como es aquí ahorita, donde se les trate mejor a las personas, que cambié la idea. Porque cuando yo llegué aquí, me decían los vecinos: Padre, no le bastan todos los drogadictos que tenemos aquí y va a meter a puros vagos…¡me dolió! Era una delas señoras de por aquí del barrio. ¿Pero cómo es posible? Quiere decir que ni siquiera entendemos qué es un migrante.

¿Y a la fecha los aceptan?
No, ahora sí ya. Nos ayudan, hasta los drogadictos traen a los mismos migrantes, les dicen, vente, aquí el Padre te da hospedaje. Bueno, de vez en cuando los roban lo poquito que traen. Les dicen, mira duérmete aquí, y mañana que abran ya te metes y te dan de comer. No, ya cuando despiertan, ya le volaron lo poquito que traían. Eso es lo bueno, que el migrante no trae nada por el camino. Espera en la voluntad de Dios. Eso es algo muy maravilloso de los migrantes.

He observado a Pantoja, al Fraile de Tenosique, a Solalinde y veo que son unos auténticos Padres, es decir, con cuánto compromiso cristiano atienden a los migrantes. Y también lo observo en usted. Platíqueme de este apostolado que ejercen, como sacerdotes católicos.

Pues mira, nos es fácil, porque a mi enseñan, como sacerdote, ver a Cristo en el prójimo. Llega un pinche borracho y perdón por la palabra, y llega un drogadicto, ¿cómo voy a ver a Cristo ahí? Pues es que tengo que dar todavía ese paso de fe. A mime contaban la vida de los santos, que por ejemplo. Santa Eduviges, que le lavaba los pies a los leprosos y luego para no sentir aversión a esas personas, se tomaba el agua. Y digo, pues no, yo no llego hasta allá. No, ¿tú te imaginas? Pues cambian los tiempos. Ayudar al pobre, al necesitado es ayudar a Cristo y esa es la frase que tenemos aquí: Llega el huésped, llega Cristo. Y cuando llegan los migrantes, les digo a la gente, ellos son una bendición de Dios. Y los muchachos se sienten a gusto. La semana santa la participamos. El día del niño, los reyes magos, cenamos con ellos, simplemente convivir, como si se sintieran ellos en su casa. Eso es lo difícil, hacer este paso de fe para ver a Cristo en ellos. Y lo mismo hace la pastoral penitenciaria, que me parece muy difícil ese apostolado. Cómo vas a enseñarle a alguien que mató, que robó, etcétera y de pilón llegan y nomás quieren que les lleven cigarros y cosas de esas .Es un trabajo muy difícil. El otro trabajo, por ejemplo, la pastoral de la salud, ir a los hospitales. Vemos nosotros en los hermanos que llegan. Y juntan a todos y gloria a Dios y vámonos…y el pobre todo enfermo que ya se está muriendo, pues oye déjalo que duerma de perdido. Es un trabajo de labor.

Es lo que me ha asombrado de estar metido en el universo de los migrantes, el profundo cristianismo que se aplica. Yo diría, que ustedes, los sacerdotes que están al frente de la atención a migrantes, son lo más vanguardista dentro de la Iglesia Católica. Tuve la oportunidad de estar en Tabasco, donde se escenificó el Viacrucis del Migrante. Recorrí 10 kilómetros con unos 100 hondureños. Y al terminar vi cómo el Fraile de Tenosique les reventaba las ampollas con una espina, mientras una monja les ponía algodones y les vendaba los pies. Me quedé impresionado….

Sí, todos esos servicios tienen que haber en una casa del migrante.
Si yo no sé curar, no se dar ni un mejoral, pero si hay alguien que lo puede hacer. De tal manera que así hay participación de todo el pueblo.

Platíqueme de la gente que voluntariamente viene a ayudarle, ¿cómo se ha dado la participación de la gente?
Mira, primero se admiran. A qué bonito trabajo. Y ya cuando empezaron a ver las cosas del tren La Bestia), los videos, como De Nadie, que trata de un muchacho que conozco muy bien y a su familia, Héctor Cadena. Se admiran y dicen, ¿en qué le podemos ayudar? Vengan, vengan para que vean. Y ya ven los muchachos que llegan. Yo les digo, entre más te acercas, más conoces, más te vas a enamorar de este trabajo de atención a los migrantes. Y unas señoritas, ya mayores, de muy buena voluntad, que han estado en grupos apostólicos de San Vicente de Paúl, por ejemplo, vinieron: Pues si padre, pero por seguridad o por salud, mejor le ayudamos de otra forma. Y claro, hay muchas cosas que uno tiene que cuidar. Por ejemplo, ha habido todo un proceso para las llamadas de teléfono. Comprábamos tarjetas, para que fueran a hablar a los teléfonos públicos. De las tarjetas nos daba un tanto por ciento. Ya después va cambiando la tecnología. Ahora ya gracias a Dios ya el teléfono lo tenemos, estamos en un plan, donde no pagamos absolutamente nada, pero la necesidad , nos llama la atención como 2600 minutos a Estados Unidos y 2600 minutos a Centroamérica. O sea, es gente que está aquí, que ya llegó aquí, que se comunica con su familia de Honduras, de El Salvador, de Guatemala y en Estados Unidos. Para decirles que ya están aquí y que necesitan que les manden 50 dólares para poder seguir avanzando. Y aquí se les dice, a nadie, a nadie les des tu teléfono. Precisamente, nos han comentado que unos secuestradores, los desnudaron, les pidieron a golpes los teléfonos y nadie dijo nada. Y todavía así, tuvieron el descaro de machetear a uno y aventar los miembros, el brazo a los cocodrilos en un lago. Una cosa impresionante. Estamos en un mundo tan… ¿vamos a esperar que se acaben ellos solos? La corrupción es otro de los problemas fuertes. Ahorita, todos los que están llegando, desde donde toman el tren hasta Tierra Blanca, Veracruz, les cobran 200 dólares a cada migrante. Digo, ya están cambiando, aunque tengan que estar pagando autobús por autobús, aunque tengan que dar mordida, pero de donde van a sacar tanto dinero.

¿Qué piensa de este sadismo, de toda esta gente mala?
Pues fíjate, es la falta de presencia de los valores cristianos. Hay una frase de una poesía muy antigua, no sé quién es ni nada, pero se me quedó grabado. En los tiempos antiguos a los ladrones los colgaban de las cruces, como a los dos ladrones que estuvieron crucificados con él. Y ahora las cruces cuelgan de los ladrones, porque hora traen una crucita. Y antes a los ladrones los colgaban en la cruz. Y eso es lo que está pasando. Te encuentras a los malandrines, que andan invocando a San Juditas, sobre equis para que le vaya bien, para poder robar, para poder vender la droga…

La Santa Muerte
Eso está peor, eso ya se pusieron abiertamente del lado del enemigo, del lado oscuro.
Fíjate, antes de terminar, me gustaría comentarte de cómo pesar de todo lo que les pasa, los migrantes no dejar de ver la vida de manera optimista. Cuando los roban, a mime llama mucho la atención que se ríen, ahora se ríen, cómo los estafaron, o cómo los robaron. Pero están riéndose porque ya están en un lugar seguro. Y ellos dicen, buenos ellos tenían hambre, gracias a Dios que nos dejaron vivos. Les dimos lo que traíamos y nos dejaron vivir. Ven todo lo positivo que puede haber dentro de todo lo negativo

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