EL SERVICIO EN PRO DE LOS MIGRANTES DEMANDA UNA MAYOR PARTICIPACION DE LOS PASTORES

Dentro de los esfuerzos que se hacen por rescatar la dignidad de los migrantes, se encuentra un grupo de sacerdotes católicos que integran la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana, quienes recientemente han celebrado su reunión anual en el Cerro del Cubilete, Guanajuato. Y Somos Migrantes tuvo la oportunidad de constatarlo, donde  observamos no solo un gran compromiso por los hermanos migrantes, sino una depositarios de una fe que se traduce en una calurosa y cordial convivencia. Recientemente editaron un texto, donde dan cuenta de sus actividades en pro de los migrantes, y del cual les compartimos lo siguiente:

 

 

Entrevista. Monseñor Rafael Romo Muñoz, arzobispo de Tijuana y responsable de la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana.

 

 

  1. Presentación

 

Como agentes de pastoral, miembros de la Iglesia  Católica, nuestra labor encuentra su inspiración en nuestros pastores. En esta entrevista, Monseñor Rafael Romo Muñoz  comparte con nosotros cuál fue la respuesta oportuna de la DPMH a los signos de los tiempos. La manera como expresa su reconocimiento por el trabajo desempeñado, acompañado por el señalamiento respetuoso de las omisiones, hace patente lo amoroso de su liderazgo y el compromiso que tiene con nosotros  como agentes pastorales y con nuestros hermanos en Cristo, las personas migrantes, sus familias y comunidades.

 

Monseñor Romo Muñoz nos recuerda que no estamos solos, que el fenómeno migratorio y las problemáticas han alcanzado tal magnitud que son cada vez más quienes los conocen y están en disposición de solidarizarse con quienes lo necesitan. A pesar del camino que queda por andar, reconoce que nuestro trabajo está rindiendo frutos, de diversas maneras. Además de expandir nuestro campo de acción hacia problemáticas específicas como las de jornaleros agrícolas y búsqueda de migrantes no localizados, hemos logrado importantes colaboraciones con instituciones del país y, sobre todo, con las pastorales de otros países, promoviendo así vinculaciones necesarias para atender a nuestros hermanos y hermanas migrantes y sus familias.

 

Don Rafael enfatiza el carácter de campo de nuestro trabajo y reconoce que la magnitud y la urgencia de la labor pastoral es tal, que demanda una mayor participación de los pastores. Al respecto, considera que la Dimensión Pastoral de Movilidad Humana cumpliría más cabalmente con su labor si recuperar su lugar de  Comisión Episcopal, para contar con la colaboración directa de más obispos. De esta manera,  respondería mejor a los signos de los tiempos, marcados por la violencia, pero también por la esperanza de que es posible construir un mundo más humano si logramos la integración de todos nuestros hermanos y hermanas. Como Comisión Episcopal, estaríamos en mejores condiciones para atender las diversas áreas que le atañen (turismo, mar, tiempo libre y trata de personas, entre otras)

 

Al mismo tiempo, nos advierte sobre algunos retos internos que ha tenido nuestro trabajo, principalmente en cuanto a lograr la vinculación con otras pastorales directamente involucradas en la problemática de la migración (tanto interna, como internacional), tales como al pastoral laboral, por ejemplo.

 

Sus palabras de aliento y guía son expresión más del respaldo que nos ha brindado en los últimos seis años de labor pastoral. El ejercicio de sistematización que la DPMH lleva a cabo encuentra en ellas inspiración para trascender lo evidente y práctico y hacer patente el significado evangélico de acoger a nuestros hermanos y hermanas migrantes, sus comunidades y sus familias. Gracias, Monseñor.

 

II. Entrevista

 

Sobre el contexto y el fenómeno migratorio:

 

En primer lugar, con nosotros y sin nosotros, ha habido más conciencia de  la situación de las personas migrantes y de la necesaria atención. La experiencia de los migrantes se ha difundido  desde instancias oficiales y en noticias a través de todos los medios. El que pase el tren con migrantes es noticia y hasta los comunicadores les ayudan en su trayecto. Esto ha sensibilizado al país. Afortunadamente, no es solo la iglesia la que ayuda. Las autoridades reconocen que deben dar una respuesta adecuada a los retos que esta situación les plantea; por ejemplo, hemos conversado con ellas respecto al cierre de la casa de Tultitlan.

 

Hasta la gente más sencilla  sabe de la situación de las y los migrantes, gracias a la difusión que hacen los medios. Se valora mucho el sufrir de los migrantes y se reconoce la necesidad de darles atención.

 

Los retos que se plantea:

 

Dentro de esta sensibilización general, el reto es la sensibilización de nosotros los agentes de pastoral. Me refiero a todas las personas de iglesia involucradas, incluyendo a los obispos, sacerdotes, vida consagrada y laicos que intervienen en la pastoral. En algunas diócesis contamos con la presencia de los Scalabrinianos y descansamos en ellos la atención pastoral.. ¡No puede ser así! En primer lugar, porque como carisma, no está presente en toda la iglesia. Todo carisma se presenta sólo en algunos lados, es imposible que pueda estar presente en todas partes.

 

Pero la iglesia si está presente en todas partes, a través de su estructura diocesana. Por tanto, es la estructura diocesana donde debe haber esta sensibilización. ¡Y sí la hay! De distintos lugares, se hicieron presentes en nuestros talleres. Con gran alegría, vimos que son muchos los centros desde distintas diócesis que responden a esto. Sin embargo, son todavía más numerosos los que no responden.

 

Se requiere, entonces, que en la diócesis exista una mayor conciencia de la realidad del fenómeno migratorio y que reconozcamos el reto pastoral que nos está presentando.

 

El crecimiento de la Pastoral de la Movilidad Humana en el país:

 

Sí ha crecido. En estos tres días, estando aquí hospedado en la CEM he saludado a distintos obispos, aproximadamente quince. Hay varios que dicen: “hay trabajos de lo que no tenemos información, en cambio de la pastoral de migrantes tenemos información” .Éste es un buen detalle, porque la información nos tiene que llevar al conocimiento y a la inspiración para trabajar con los migrantes.

 

Ya expresé que se trata de un fenómeno que es del dominio nacional: ¡Todo mundo habla de él! Todo el mundo habla de la situación de Tultitlán, todos lo escuchamos en las noticias de todo orden; y me han preguntado de todas partes. Yo he respondido suavizando, que no es que se haya cerrado, sino que se está buscando una respuesta adecuada, pero de ninguna manera se va a claudicar.

 

Algunas áreas o subdimensiones de la Pastoral tienen poca resonancia, como la Pastral del Mar, que es distinto de la Pastoral de Turismo. Pero, ambas deben llegar también a los trabajadores, tanto a los de turismo como a los del mar. En particular, deben llegar a las personas que atienden los cruceros o que laboran en la pesca. Recordemos que la pesca alimenta a la población, y todos nuestros pescadores, los lancheros, entre otros, aún no son atendidos; apenas es un barrunto. Una propuesta sería que pudiéramos enviarles mensajes, a través de los medios de comunicación o de una determinada onda radial; podríamos apoyarlos, acompañándolos desde la fe. Sería interesante.

 

Es más la actitud viva de muchos agentes de pastoral en las diócesis para darle respuesta a esto, más que cerrarse a ello. Por ejemplo, en Torreón, mi ciudad, ya hay una respuesta. Su posición céntrica la hace muy importante en lo económico y para la difusión de noticias por los medios de comunicación. Y ya se está dando allí la respuesta pastoral a la atención a migrantes.

Es un ejemplo que manifiesta la  sensibilización que se está generando.

En general, hay mayor conciencia. Creo que sí es notable y despierta  una respuesta en nuestra iglesia. Yo creo que en este momento es muy raro encontrar un lugar en donde haya cerrazón. El que no haya apertura en algún lugar cuestiona nuestra labor pastoral: ¿Por qué no hemos tratado de acercarnos?

 

La relación entre la DPMH y las otras pastorales:

 

A nivel nacional, como que se añora un poco el tiempo cuando se era autónomo. ¡Claro!, es una pastoral de la iglesia y allí está nuestra responsabilidad como tal. Se había pensado como una comisión, pero en la actual estructura se dejó como una dimensión. Dentro de las Comisiones nosotros formamos parte de la Comisión Episcopal para la pastoral Social y somos la séptima dimensión; hemos trabajado con autonomía  pero con dependencia de la Pastoral Social. Se nos antojaría tener una Comisión especial de Movilidad Humana, con sus subdimensiones, que atenderían las áreas de turismo, del mar, de la carretera, aviación, deporte y tiempo libre, circense, gitanos, así como de víctimas de trata de personas y de otras. Lo ideal sería que la Pastoral de Movilidad Humana tuviera un obispo que presidiera y que cada una de estas subdimensiones contara con un obispo vocal que asumiera el trabajo con entusiasmo y ocupación.

 

Dicha estructura respondería al impulso que esas áreas están tomando. ¿Cómo nos íbamos a imaginar que hubiéramos tenido en México el Congreso Mundial de Turismo? Y lo tuvimos. La DPMH es una dimensión implicada no solamente en la pastoral de migrantes y todas esas subdimensiones distraen la atención.

 

A nivel local, falta cierta motivación para el trabajo con otras pastorales. Por ejemplo, es necesario trabajar en conjunto para entender y dar a entender socialmente la importancia que tiene el campo, incluso para la pastoral de migrantes. Nuestros ejidos han prácticamente desaparecido y eso es uno de los factores que precisamente origina la migración. Es importante, como Iglesia, preguntarme: ¿Qué hemos hecho por el campo, sea por  el ejido como por el campesino? Falta una acción para cuidar nuestros campos. ¿Quién los atiende y quién  se preocupa por ellos?

 

Otra urgencia pastoral es trabajar en conjunto con la pastoral laboral, en estos tiempos de la globalización de las economías. Mi diócesis que es Tijuana cuenta con más de 1500 maquiladoras, con tantísimas mujeres trabajando, muchas de las cuales llegan a ser madres solteras. Y, ¿quién ha mirado por ellas?

 

Muchos, buscando el “sueño americano”, se quedan en nuestras fronteras: en Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Laredo y otros lugares fronterizos. ¿Cuántos jóvenes también quedan apresados en la frontera y son presa fácil de desórdenes sociales? En nuestra pastoral laboral ¿qué hemos hecho? Hay que buscar respuestas conjuntas.

 

Pienso mucho en el campo, cuando he tenido la oportunidad (siempre pasajera), de saludar al Presidente o el titular de Gobernación, no he dejado nunca de mirar por el campo: está abandonado institucionalmente. No he visto tanto por lo laboral en general, pero por el campo abandonado sí. Les expreso a nuestras autoridades que no se ha hecho algo por el campo, que está abandonado y es urgente hacer algo, pues estamos sufriendo por la baja producción hasta del maíz y del frijol: ya no somos autosuficientes y hay que importar estos productos.

 

¿Cómo podemos mejorar la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana?

 

Esperando una presencia más episcopal. Que la DPMH se le dé su lugar adecuado y que se reconozca como realmente un trabajo de campo. Es importante que se entienda más como una pastoral y un acompañamiento de terreno y que nos e vaya a considerar una pastoral de oficina ni tampoco de asesoría.

 

Es un trabajo que va al terreno: nuestro trabajo es ir al encuentro de los hermanos que lo necesitan, de estos hermanos nuestros que buscan un mejor modo de vivir. Hace resonar las palabras de Jesús: “al pobre siempre lo tendrán”. Nosotros tenemos que hacer que se valore adecuadamente la Dimensión que entrega su labor a los migrantes.

 

 

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