El número de mujeres de Guatemala, Honduras y El Salvador que optan por migrar a México para trabajar ha ido en aumento durante los últimos tres años, lo que representa un fenómeno migratorio inédito, dijo a Xinhua una funcionaria de la Oficina de ONU Mujeres en el país.
La coordinadora de Proyectos en Materia de Migración de la entidad, Mónica Corona, expuso que México se ha convertido en destino para mujeres centroamericanas que buscan empleo y ya no sólo en un país de paso dentro de la ruta migratoria hacia Estados Unidos, como ocurría tradicionalmente.
La dimensión del flujo todavía es incierta porque la gran mayoría de las migrantes que salen de los países del llamado Triángulo Norte de Centroamérica se emplean en trabajos informales, en su mayoría en ciudades del sureste de México, advirtió Corona.
Ejemplificó que sólo en el estado de Chiapas, situado en el sureste de México y fronterizo con Guatemala, las autoridades federales calculan que hay cerca de 15.000 centroamericanas trabajando, pero organizaciones civiles apuntan que la cifra rebasa las 70.000 migrantes.
“Por supuesto que ha habido un aumento. Decir una cifra sería realmente inventar cualquier dato porque justo por el tipo de espacio laboral al que llegan es muy difícil calcularla”, afirmó la experta de la oficina de Naciones Unidas para la igualdad de género.
Corona subrayó que el alza de la migración de mujeres tiene como principal causa la violencia que padecen ciudades y comunidades de los tres países, fenómeno que, según el Alto Comisionado de Naciones Unidad para los Refugiados (ACNUR), ha empujado a miles de familias a abandonar sus hogares.
La operación de pandillas u organizaciones criminales en los tres países provocan altas tasas de asesinatos, principalmente en El Salvador, y los habitantes prefieren migrar rumbo a Norteamérica u otros países centroamericanos para evitar ser presas del crimen, apuntó en junio la oficina de ACNUR en México.
El aumento del flujo de mujeres comenzó a detectarse hace tres años, a la par del alza de la migración de niños que emprenden sin la compañía de un adulto la ruta migrante desde los tres países para encontrarse con sus padres en Estados Unidos, dijo la funcionaria.
Detalló que la mayoría de las guatemaltecas, hondureñas y salvadoreñas consiguen laborar en el país como empleadas domésticas para asear casas o cuidar niños, comerciantes informales, meseras en restaurantes o trabajadoras sexuales.
El grueso del número de migrantes tiene como principales destinos ciudades de los estados del sur de México porque les permite una relativa cercanía con sus familias en Centroamérica, sin embargo se ha detectado un flujo que se establece en urbes de otras regiones del país, señaló Corona.
El perfil que sobresale es el de mujeres que tiene menos o hasta 45 años de edad, escasos recursos económicos y un nivel escolar que no les permite estar calificadas para empleos como profesionales, por lo que sus sueldos o ganancias son bajas.
“Ganan poco, pero el tema no es económico, sino de violencia estructural, de violencia social, en sus países. Aunque ganen prácticamente para sobrevivir no tienen el riesgo de vida que tienen en sus países”, aseguró la experta.
Corona manifestó que ante la situación el gobierno mexicano tiene que incrementar esfuerzos para orientar a las mujeres a que pidan refugio o regularicen su situación migratoria, pues por ahora sus derechos laborales se ven vulnerados por carecer de documentación.
“Hay un flujo todavía no sostenido, todavía no (es) una evidencia fuerte, de población de mujeres centroamericanas que van al norte de México, al centro, a ciertas zonas donde pueden llegar a hacer su vida intentar conseguir trabajo”, afirmó.