Ella es un símbolo de la Esperanza. Ver a personas comoMartha Sánchez, solidarizarse con esos jóvenes que pasan por nuestro país, huyendo de la miseria que serpentea Centro América, es un gran motivo para decir que en México aún pervive la Esperanza. Tuve la oportunidad de conocerla en Tenosique, Tabasco, donde se llevó a cabo El viacrucis del migrante, una actividad para concientizar e informar a la sociedad sobre los múltiples abusos que padece la comunidad migrante en su paso por México. Al igual que el padre Alejandro Solalinde, pugna por instituir una ley que garantice la protección de losmigrantes, en su travesía por el país. Porque a la fecha ya todos sabemos de las constantes tragedias que se suscitan, como lo fue el caso de San Fernando, Tamaulipas. El terror no tiene límites: pesan seis amenazas de muerte sobre Solalinde.
Me maravilla el ser humano cuando es capaz de brindar un gesto de generosidad. Y lo ví en la persona de Martha Sánchez. Ella es la generosidad mexicana que nos ha distinguido a nivel internacional. Pero pareciera que a las autoridades les interesa más mercantilizar con la condición humana, como lo es con los empleados del Servicio Nacional de Inmigración, quien en aras de ganarse unas migajas, entregan los migrantes a los zetas.
Contra esta telaraña de intereses lucha la señora Martha Sánchez. Una mexicana valiente que se organiza para enriquecer a su país, mediante una serie de acciones en beneficio de una comunidad tan vulnerable como lo son los migrantes. Para ellos el territorio mexicano se ha convertido en un campo minado. Y para la delincuencia organizada no son más que un sinónimo de presa…
Aquella tarde soleada en Tenosique, Martha Sánchez descansa sobre unos durmientes, mientras presencia la última fase del viacrucis del obrero. En ese instante elFraile Tomás González, Elvira Arellano y Rubén Figueroa, líderes del movimiento migrante en México, se han trepado en lo alto de un vagón para presenciar las últimas palabras del joven migrante que personifica al crucificado.
Y mientras Martha, cigarro en mano, escucha el bíblico señor, perdónalos, no saben lo que hacen
Un hondureño se acerca para pedirle un cigarro
No mijo, no te voy a dar para un cigarro. Te voy a dar para una cajetilla, pero los tienes que compartir con tus compañeros del camino…