Los Juegos Olímpicos de Brasil provocaron una oleada de expulsión de migrantes, principalmente de Haití, quienes viajan a México en busca de ingresar a Estados Unidos vía Tijuana.
De acuerdo con las asociaciones de ayuda a migrantes, una gran cantidad de haitianos fueron a trabajar para crear parte de la infraestructura de los juegos de Río.
Ante la situación actual en Brasil, tras concluir los trabajos y quedarse sin empleo, prefieren venir a México en lugar de quedarse en Sudamérica.
Margarita Andonaegui, coordinadora general del Desayunador Salesiano Padre Chava, el cual cada día reparte entre 900 y mil desayunos a migrantes además de darles hospedaje, sostuvo que en los últimos meses ha crecido la cantidad de personas que buscan ingresar a la Unión Americana, procedentes de distintas partes de México, Centroamérica, países africanos como El Congo y Ghana, e incluso Rusia.
Pero precisó que “82 por ciento son haitianos, que vienen desde Brasil haciendo una odisea muy difícil para ellos, la mayoría mencionan haber sufrido en algunos países muchas inclemencias y robos”.
Otros vienen directamente de Haití y cruzan por Venezuela, Colombia, Centroamérica y llegan finalmente al país.
Los migrantes haitianos, en su mayoría, al entrar a México se identifican como originarios de El Congo, ya que ellos argumentan que si se identifican como procedentes de Haití tienen problemas con las autoridades migratorias en el territorio mexicano.
La Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación reporta que de enero a junio de este año, sólo 47 haitianos fueron presentados ante las autoridades migratorias mexicanas, pero son 1982 los casos de personas que se identifican como procedentes de la República Democrática del Congo. Los haitianos, asegura Andonaegui, “son gente buena” con una edad promedio de 29 a 30 años.
La razón por la que viajan de Sudamérica a México, en lugar de ir a su país de origen en El Caribe, es “por economía, ellos fueron empleados por las olimpiadas de Brasil, en su gran mayoría contrataron mano de obra de esa naturaleza, y ya terminaron la obra y los desemplean, entonces se quedan sin trabajo y la situación económica es devastadora”.
Andonaegui señala que se ha encontrado con grupos que denuncian que en la central del norte de la Ciudad de México son asaltados por personas que se identificaron como policías.
A pesar de que la coordinadora de este centro de ayuda a los migrantes les sugirió poner una queja ante la Comisión de Derechos Humanos local, decidieron no hacerlo porque tenían que ir ratificar las denuncias y darle seguimiento, lo cual retrasaba sus planes de ingresar a California, Estados Unidos.
Ésta es una situación recurrente, por lo que las cifras de delitos contra migrantes son incuantificables, sostuvo Andonaegui.
La mayoría de los haitianos y africanos se mantienen varias semanas en Tijuana en espera de ser recibidos por las autoridades de migración estadounidenses, quienes les permiten el paso para entrevistarlos ante peticiones de asilo político; sin embargo, la gran mayoría son rechazados y deportados a sus países de origen.
La misma estrategia es usada ya por miles de mexicanos, luego de que “se corrió el rumor”, principalmente en estados como Michoacán y Guerrero, que pueden pedir asilo en Estados Unidos al argumentar que hay violencia en sus comunidades. Andonaegui subrayó que igualmente son rechazadas estas solicitudes, ya que no cumplen con los requisitos que establece el gobierno estadounidense.