POR ROBERTO GUILLEN
Con qué gusto me he enterado del 20 aniversario de Las Patronas, ese prodigioso grupo de madres mexicanas que auxilian a los migrantes que van trepados en La Bestia, rumbo al espejismo de las narcóticas ilusiones.
A la fecha no he tenido contacto con las integrantes de esta gran iniciativa, pero su luminosa terquedad me ha impulsado a escribir las presentes letras y contribuir difundir este noble ejemplo de solidaridad. Me da gusto ver junto a ellas al padre Alejandro Solalinde y al obispo Raúl Vera, dos profetas del México contemporáneo.
Y es que ante los demonios que andan sueltos y de los tres niveles de gobierno, no es posible permanecer indiferente y cruzarse de brazos en el limbo de la resignación. Porque Las Patronas dignamente proyectan el alma de la generosidad mexicana. Un Festival de la Sensibilidad, tan ausente en los desiertos de la politiquería ramplona que nos gobierna.
Ya son 20 años de estar enviando, cual providencial botella al mar, los alimentos para quienes salen expulsados de una centroamérica que se desangra por la complicidad de gobiernos criminales y lacayunos. Donde el ser humano tan sólo es una mercanía. Donde el futuro de los chavitos es un estrangulado chiste negro. Donde rifa la ley del sálvese quien pueda. Pues ante el teatro del terror y la deshumanización, brota como una flor silvestre el bello corazón de la mexicanidad, encarnado por Las Patronas, quien gracias a este gran esfuerzo humanitario de estar cocinando los sagrados alimentos para los hermanos centroamericanos, se hicieron merecedoras al Premio Nacional de los Derechos Humanos.
Pues me he enterado que un grupo de ciudadanas españolas también le han puesto atención a esta noble iniciativa, para contribuir a la expansión de la mexicana generosidad, mediante su postulación al Premio Asturias.
De mi parte ofrezco la pluma para escribir un libro sobre el Perfume de la mexicana generosidad.
Es lindo ver a las guerreras de mi país pellizcando el pastel de la Batalla.
Degustando el pastel de la mexicana alegría.Que la Humanidad no tiene fronteras…
Enhorabuena.
