EUA vuelve al negocio de La Guerra

EUA vuelve al negocio de La Guerra

 

Ing. Alfonso Elizondo

 

A pesar de que el saldo final de las Guerras planeadas por los Estados Unidos en el extranjero durante hace casi un siglo han dejado un saldo negativo a las finanzas del Estado, eso no parece afectar el criterio de los dirigentes del Departamento de Defensa y menos aún de los ‘halcones del Pentágono’ que siguen haciendo crecer sus bases militares en el extranjero con altos costos, además de sofisticados y múltiples servicios de mercenarios, alcanzando una cifra mayor a 800 instalaciones en todo el mundo. Por desgracia, el aparato burocrático que opera a la gran nación estadounidense, ni siquiera se inmuta ante la gran crisis política, migratoria, económica, étnica y monetaria que inunda al mundo actual. Y menos aún los altos dirigentes, para quiénes los Estados Unidos siguen siendo los dueños del mundo, la etnia anglosajona la más inteligente, y la pequeña élite de multimillonarios que siguen controlando el orden mundial desde 1917 que seguirá para siempre.

 

Es obvio que la alta clase política y empresarial de los Estados Unidos dan por hecho que su nación continuará siendo el líder indiscutible del mundo actual. No se sienten culpables de haber ocasionado cientos de millones de muertos de la población civil, tanto en el Medio Oriente, en la Ruta del Norte de África, en Afganistán, Pakistán y en países lejanos como Japón, Vietnam, Corea, Filipinas y en la ruta polinesia, ya que todos ellos piensan que su mito de mostrar el camino a seguir para todo el mundo es correcto y aún tienen en Nueva York a su ángel femenino de la Libertad señalando con su antorcha el camino de la verdad al mundo entero. Algo totalmente ridículo en una realidad de un nuevo mundo digital en el que la ciencia ha demostrado que todos esos mitos eran mentiras y que la única verdad existente es la que se apoya en la reiteración estadística de los hechos científicos y tecnológicos más avanzados.

 

Por fortuna han aparecido en el Planeta tres grandes potencias que pueden crear un equilibrio en el orden mundial caótico del presente, con China en primer lugar, luego la India y Rusia. La dinastía de los Jinping ha logrado en casi cuarenta años de liderazgo político el crecimiento de la riqueza de su Estado, en una proporción que jamás se había conocido en el mundo moderno sin que se haya encontrado ninguna disposición de esa fortuna por la familia Jinping, llegando a promediar un porcentaje de incremento en su PIB superior al 6% y en ocasiones a superar el 10%. Con esas cifras insólitas ha empezado a tomar el control del comercio y de las finanzas en amplias regiones del mundo, con la creación de rutas comerciales donde financia a las naciones por donde va y los obliga a comprar todos los productos que fabrican los chinos y a comerciar con sus vecinos utilizando el dinero de los bancos chinos. Y ahora mismo pretende tomar el control de todas las operaciones comerciales en la ruta del Océano Pacífico hasta llegar a América.

 

La influencia de la India en el orden mundial actual es de otra naturaleza diferente a la china, ya que parte de una excepcional y pacífica concepción del mundo, donde el individuo acepta a nivel divino la idea de que su vida siempre estará sujeta al nivel que le heredaron sus antepasados y no existe una lucha, como en Occidente para tratar de superar las condiciones materiales de sus coterráneos. Con esta idea la India ha creado las denominadas ‘ciudades inteligentes’ donde se instalan los jóvenes empresarios que pretendan aumentar su nivel de ingresos. Por lo que ellos mismo tienen que financiar los costos de operar una ciudad, incluyendo sus servicios fundamentales, la seguridad y las rutas de comunicación. Con este insólito concepto, la India ha contribuido mucho al control de la demografía mundial y por supuesto a la extinción de ideas religiosas y culturales que son radicales, como es el caso del Islam y de muchas sectas cristianas.

 

Aunque el caso de Rusia parece ser el de menor importancia en el nuevo orden mundial, la realidad es muy diferente, ya que Rusia es propietaria del mayor espacio territorial del Planeta, su posición geográfica lo coloca justo en el camino entre Oriente y Occidente, además de estar liderada por un individuo sagaz y valiente que ha sido capaz de mantener el equilibrio en una nación que fue abandonada por su dirigente político (Yeltzin) en uno de los momentos más críticos de la formación de la Unión Europea. Putin logró asociarse con las principales mafias que se habían creado desde que cayó la URSS, tomó el control de ellas y ha logrado reconstruir una nación, donde se le admira y se le respeta como a ningún otro dirigente político del mundo.

 

Por si fuera poco lo anterior, Rusia ha logrado una alianza política muy importante con China, además de extraordinarios acuerdos para el suministro de energéticos que casi garantizan la operación de su Estado. También ha logrado acuerdos regionales con Ucrania, de donde obtiene la mayor parte de sus recursos alimentarios, se ha apoderado de Crimea que le permite operar a su fuerzas marinas y submarinas en todo el Mediterráneo y a vender sus armamentos y sus energéticos a una buena parte de las naciones del norte y el este de Europa.

 

Adenda: Aunque el área del Norte de África, la línea que va del Cairo a Jerusalén y todo el caos que crearon los estadounidenses en el Medio Oriente europeo y asiático parecen ser el territorio donde se iniciarán los conflictos bélicos en el futuro inmediato, no se puede ignorar que un error ocasional en el área del Pacífico que controla China podrían originar un conflicto bélico de grandes dimensiones con los estúpidos marines que envió Trump con el propósito de amedrentar a China y a Corea del Norte.

 

Tampoco puede soslayarse que China ya creó su primera base militar en el exterior, justo en Djibouti, el punto clave de la geopolítica del imperio árabe y nadie tiene idea de lo que intenta hacer, sólo se observa un flujo incesante de barcos, de submarinos enormes y de una gran cantidad de miembros de su fuerza bélica marina.

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