LA HISTORIA DE JOHN, POR FEDERICO CAMPBELL PEÑA

Tonatico Estado de México..- Se llama “John”, pero hasta que dejó este
municipio mexiquense hace 10 años le nombraban “Juan”.
Fue deportado hace un mes de Estados Unidos y apenas llegó “a este
lugar que encuentro tan cambiado, parece otro”.
Lo expulsó el ICE de ese país donde laboró por una década y pagó
impuestos y cumplió con sus obligaciones como ciudadano, cuando Juan
se negó a pagar una fianza de 2 500 dólares al ser detenido por cuarta
ocasión por beber cerveza en la calle.
El último encuentro con el policía se convirtió en “felonía”, del
(inglés) felony: delito. El policía blanco le tocó la puerta de su
camioneta pick up, en cuya cabina tomaba. Juan abrió la puerta, salió
y fue arrestado porque tenía otras tres amonestaciones previas en su
historial “delictivo”.
Fue condenado a dos años de cárcel por “reinsidencia” por un tribunal
anglosajón en Milwaukee, Wisconsin.
Personal de el consulado de México en Chicago nunca acudió a la
audiencia como marca la Convención de Viena de Asistencia Consular,
pero sí le hizo alguna visita carcelaria, sin más.
Los diplomáticos, siempre sujetos a su estricta labor que marca el
Protocolo de Protección Consular pero sin hacer nada más. Laborando
por obligación, en ese esquema laboral tan adscrito a los funcionarios
de la SRE.
Al cumplir su condena, luego de 2 años, fue deportado a Laredo Texas y
de allí forzado a cruzar a Tamaulipas en noviembre pasado. De allí,
Juan se trasladó como pudo, dejado a suerte, hasta Tonatico para ver a
un hijo que ahora tiene 12 años y va en sexto de primaria, a quien
abandonó cuando era bebé.
“En Wisconsin dejé otra mujer, hijos, casa que estaba pagando y mi
pick up roja, que extraño más que nada”, dice Juan con sus brazos
tatuados, mientras resignado, carga a su hijo, feliz de ver a su
padre, en el balneario de esta localidad al sur del estado de México.

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