VALORES DE MEXICO: MAITE VILLANUEVA, UNA PROFESORA QUE AMA SU VOCACION

Les presentamos a una mujer que ama su trabajo. Que no se reduce a repetir a la misma cantaleta ante sus alumnos  (Secundaria 13, José Luis mora), sino que siempre está buscando la manera de verlos crecer. A sus 47 años reinicia una nueva vida y descubre la literatura. Con ustedes, una mujer a quién sí le importa la condición el ser humano y de la misma colectividad:

Soy licenciada en Ciencias de la Comunicación, con especialidad en publicidad, licenciada en Informática y una maestría en Educación. En el 2004 tuve necesidad de trabajar. Siempre fui ama de casa, dedicada a mi hogar y  a mi familia, pero siempre con la vocación de servicio.

Yo duré 23 años casada y de esos 23 fácil unos 18, fui una mujer que la mantuvo su marido. Yo siempre quise eso, mi mentalidad era esa. Yo me voy a casar, mi esposo me va a mantener y yo voy a ser la ama de casa perfecta. Y creo que esos 18 años fueron así. Yo tenía todo el tiempo para él, para mis hijas, para mi casa. Hacía mucha acción social. Eso sí, siempre dí clases de valores, de catecismo, de iglesia, de ser siempre la esposa perfecta. Pero llegó un momento en que me sentí vacía en el sentido que como mujer no crecí. Osea, Mayté, María Teresa Villanueva Tamez no creció. No me llenaba ser solamente mamá y esposa. El ámbito profesional era el que yo no tenía desarrollado y era lo que a mi me molestaba, porque pensaba yo que  como ama de casa y como mamá no eres reconocida. Simplemente eres la mamá y la esposa, y la parte profesional quedó atrás. Cuando entre a trabajar y veo toda la posibilidad que tengo de dar,  no solamente como maestra sino de cosas que realmente me gustaban y que no las había experimentado, explotado. Aunque a la mejor en la casa tenía toda la libertad de hacerlo. No me daba el tiempo para mí. Entonces llegó un momento que dije, ahora yo quiero hacer las cosas que a mi me gustan. Decido separarme a los 23 años de casada, me divorcio. Y empiezo a hacer muchas cosas, por ejemplo, a escribir. Dedicarme a todas las cuestiones culturales. La gestoría y el servicio social, yo creo que siempre. Eso fue desde niña. Siempre hacía actividades para ayudar a la parroquia. Hacía rifas para ayudar va alguien que a la mejor no tenía…que tenía un problema. Simplemente alguien que chocaba y que no tenía seguro del carro, como antes solía pasar. Casos como, oye es que tengo un hijo que está en silla de ruedas y la camioneta me la recogieron y cómo traslado a mi hijo, no te preocupes, hacemos una rifa, hacemos una actividad para salir. Y eso es como algo que yo siempre he tenido. Mi madre me lo inculco desde niña.  Yo quedé huérfana a  los 10 años de padre. Entonces a los 13años años yo empecé a trabajar. Entonces, cuando yo me casé, tenía una vida como muy cómoda, que  me mantienen. Y digo, para qué trabajo. En 23 años no me sentía realizada como mujer, porque yo tenía mucho que dar. Y aunque lo dabas como mamá, no es igual. Cuando entro a trabajar, empiezo a ver muchas posibilidades. Empiezo a ver que no necesito a un marido para que me mantenga. Y que si yo no estaba feliz en mi relación y no me sentía plena, pues qué estaba haciendo ahí. Pues tengo que estar ahí, pues porque soy la esposa y pues porque soy la mamá. A parte de que la señora siempre se  porta bien, entonces no tenía porqué haber un divorcio. Yo tenía que ser perfecta. Hasta en esas cosas que a la mejor la gente no le da el mismo sentido y dije no, se lo comento al que era mi esposo, me dice, pues como quieras. Yo siento que desgastamos mucho la relación y decidimos eso. Y empiezo yo a encontrarme y a buscarme como mujer.

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A mi me dicen, qué calzones, porque yo dejé casa, dejé hijas, dejé todo. Dejé al que era mi esposo por 23 años. Yo tuve que salirme de esa casa. Esa casa era de los papas de él. Y cuando yo tomo esa decisión, me dice, adelante. Nada más acuérdate que esta casa no es tuya. Entonces a los 47 años, con un carro y con mi ropa… ni siquiera la secadora de pelo, que es tan indispensable para mí. Ni siquiera una almohada, ni siquiera una toalla, una vasija. Nada. Porque yo no quería quitarle la casa a mis hijas. Porque estamos de acuerdo que ese era su medio y para ellas…osea, yo no quería trastocar nada para ellas.

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Me fui a vivir con una hermana que estaba divorciada y me dice, ese es tu cuarto y no hay cama. Entonces me dice, no hay almohada, no hay abanico, no hay cama, no hay nada. Entonces ahí fue cuando dije, Dios de mi vida, ¿qué paso?, ¿qué hiciste mayte? Y dije, sabes qué, Mayté es bien fregona Mayté tiene que salir. Después de que yo tenía una situación económica, digamos bien,  arreglada. Yo le digo a mis hijas, pues vénganse a vivir con migo y ellas me dicen, pues qué te pasa, como nos vamos a ir, tu ni casa tienes. Y es cierto, en 23 años ni una casa me compraron. Entonces dije, ¿qué tienes Mayté? Nada y todo. Una libertad que añoraba y anhelaba, y no porque mi esposo fuera celoso, él me dejaba ir a donde sea y tenía toda la confianza del mundo. Yo podía salir, andar y hacer todo lo que quisiera. Yo no podía faltarle a él de ninguna manera, ¿por qué? Por mí, por mis hijas y por él. No se lo merecía, pero me ahogaba en esa casa. Tenía muchas cosas que dar y no las podía dar desde allí. Tenía que salirme de allí. Y mis hijas me decían, ¿mamá qué te pasa? No podemos ir contigo. Me voy sola, estoy con mi hermana seis meses. Me compro una casa y empiezo de nuevo a mis 47 años.

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Yo siempre creí que la mujer tenía que ser la esposa perfecta y si tu marido te mantenía…te hicieron como mujer para eso. Si tú ves mi pasaporte, yo soy la Señora de García todavía. Yo era María Teresa Villanueva de García. Y me encantaba firmarme de García, porque eso era como lo máximo. La señoritas de antes eso era lo que anhelaban.

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Para una decisión de este tipo, me tardé como cinco años. Me animó mucho cuando yo empecé a trabajar, porque hacia cosas, pero en mi casa. No era de salir a una oficina. Y es muy aburrido, porque cuando tu trabajas tu tienes la motivación, es una motivación para la mujer. Ya viví 18 años sin trabajar, entre comillas, porque admiro mucho a las mamás que están en su casa. Es un trabajo que no se paga, pero es algo muy loable, porque lo estas dedicando a tus hijos. Pero cuando hace cinco años, dije, ya basta, pues es una lucha contra ti mismo. ¿Por qué voy a dejar está área de confort?, ¿Por qué voy a dejar a mis hijos? Tome decisiones. Las decisiones son difíciles y te puedes equivocar. No me he equivocado, no me he arrepentido. Hay cosas que de repente si me duelen, como mamá, porque te recriminan tus propios hijos. Te fuiste. O sea, pierdes tu lugar, es como cuando estas en una función de cine y te paraste, te fregaste.